Y entonces nació. Nada volvió a ser igual...
Abigail llegó empuñando el hacha de guerra. Berreando como una condenada si se le alejaba de su amadísima teta. Durmiendo sólo en mi regazo. Esclavizándome día y noche sin piedad. Yo me preguntaba, cómo una cosita tan pequeña, podía tener tantas necesidades. ¿Pero un bebé no era eso que dormía, comía y cagaba? ¡Pues no! Son muy complicados. Y yo lo aprendí a fuerza de prueba error, sentimiento de culpabilidad a toneladas, consejos bienintencionados e indicaciones contradictorias y muchas situaciones en las que me encontraba... desesperada.
Cèsar Andrès
Gael Eduardo
No conozco a nadie que no haya entrado en pánico al enterarse de que esperaba su tercer bebé. Yo tenía a Cèsar con un poco más de un añito, recién acababa de volver a mi talla, volvía a engancharme con mi trabajo de free lance, aun daba de lactar, ¡¡era una locura!! pero luego de unos días me empezó a encantar la idea. Gael en la panza fue un muy bueno, muy guerrero, trabaje igual, cero molestias, hasta me daba mis copitas de vino/sangría. Me venía muy bien. Podría afirmar que el tercer hijo, el disfrute es TOTAL. Gael es mas amoroso conmigo, dormimos juntos y no me avergüenza decirlo, Gael no puede agarrar el sueño si antes no me abraza del cuello y siente mi cara en sus manitas y si se despierta a mitad de la noche ahí estoy cerquita para que sienta mi seguridad y vuelva al sueño rápido, le di una lactancia hasta los dos años y fue la lactancia que mas disfruté. ¡y surgió el blog¡. Porque la maternidad me arrolló sin piedad y mi deseo de desahogarme dieron lugar a este espacio tan personal y descubrí la asombrosa comunidad que se escondía detrás de la blogosfera maternal.
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