Conectividad, la nueva droga...

La hiperconectividad es una droga. Es una tendencia, es un flagelo, una nueva enfermedad que afecta a las tribus urbanas.
¿Intoxicación tecnológica o herramienta de supervivencia en la jungla de cemento?
¿Cómo afecta este mal a mamis y papis?
Ni idea chicos, no soy Revista Somos, pero necesito comentar el furor de los chats y cadenas de mails, porque ya me estoy indignando. Me están haciendo calentar.

Estamos todo el día conectados. Nos asaltan las lucecitas rojas y los alertas: mail, chats, watsapp, messenger. Estamos siempre disponibles para recibir nueva información que a veces nos altera, nos confunde, nos relaja o nos indigna, pero básicamente nos distrae del presente y del aquí y ahora.
Bueeena, Osho.

Todavía recuerdo cuando me contaron del hallazgo científico: El mensaje de texto. Mi vida cambió, ya no necesitaba una conversación incómoda y llena de Quiéntepreguntós para resolver una pequeñez, podía hacerlo dormida, estresada, malhumorada, ese mágico mensajito sin tono de voz me ayudaba a confirmar horarios, para preguntar y responder cosas concretísimas sin vueltas ni firuletes y me resumió largas charlas, priorizando la información importante. Me hice fanática. Dejé de hablar por teléfono.

Pero si en un principio la tecnología me ayudó a resolver cuestiones domésticas y laborales con efectividad y rapidez como para poder tener más tiempo real en el mundo de carne y hueso, lo que vino detrás más que resolver, lo doy en llamar “La Pérdida de tiempo más grande de la Historia de la Humanidad”. Sí, el GRUPITO DE WHATSAPP.

Pero mamis y papis desesperan por más conexión. Es droga. Así, por ejemplo,  te despiertan de una siesta con alertas de chat o te interrumpen la cocina y se te queman las milanesas.

Notificaciones. Alertas. Respuestas.

También tenemos el drama de LAS CADENAS DE MAILS. ¡¡¡Me saturan la casillaaaaaa!!!!! Desde “Quiero pasarles el dato de un estudio de fotografía del que soy socia fundadora, por favor difundan” (sic) a 150 mails (CIENTO CINCUENTA, los conté.
¿Será que en las redes virtuales podemos preservarnos de una cercanía que nos da miedo? ¿Será que en ellas nos resulta más facil sostener un personaje que no somos, un personaje que en carne y hueso se vendría abajo en cinco minutos? ¿O sólo es una manera de estar conectados a pesar de las agendas cargadas?

Bueeena, panelista.

Grupos de facebook ., linkedin, skypes grupales, googledocs, el blog , te dropboxeo ésta, te googueleo, olvídate!!!!
Conmigo no.

Willy  dicen que soy antisocial, fóbica, insegura y paranoica.
Y sí… así vivo en mi burbuja protegida de tanto estímulo.

En fin, el flagelo del  watsapp llegó a mi hogar. Habrá que acostumbrarse, como a tantas cosas que aparecieron de la nada, de un día para el otro y se incorporaron a nuestra vida.





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