Devolver no es dar

Acá estoy y pongo el cuerpo, compartiendo mi vida para desempolvar aquello que muchas odiamos de lo que más amamos. Como esos momentos en que echarías a tu marido de tu casa, aunque lo ames; o las cosas que te revientan del jardín de tu hijo, aunque lo elegiste porque te parece el mejor y para sacar a la luz el horror de vivir entre leche y caca los primeros meses del bebe. Está bien que no nos gusten algunas partes de las cosas que amamos. Es sano. Las mujeres solemos mentirnos entre nosotras. A mi madre NUNCA me conto nada de lo que se sufre siendo madre, recuerdo estar en la sala de dilatación con los dolores horrorosos de las contracciones, yo muriendo le dije a mi madre que estaba cerca: ¿porque no me dijiste que dolía tanto?!!! Porque, porque porqueee??!!!!! Y luego siguieron mil ¿porques?? Màs.

Hoy quiero detenerme en algo verdaderamente asqueroso. La maternidad lo es. Caca, pis, papilla, leche … ¡Vamos! ¡Todos lo saben y todos se lo callan! Pero no voy a ser dramática esta vez.

Hablemos de todo ese alimento que, con tanto amor, una prepara y le da a sus niños… para que ellos nos lo “devuelvan” en un estado calamitoso, esparcido cual arte conceptual y en el peor momento posible. Los nenes elijen estratégicamente el horario. Lo tienen estudiado. Nosotras deberíamos saberlo. Ellos operan psicológicamente con sus vómitos: o lloran hasta que vomitan, o no toleran ni dos segundo el remedio en sus estómagos malignos y, en ese caso, son varios “vomititos” líquidos. Otros siempre “te dejan todo” en el taxi: eso es jodidísimo. Algunos lo hacen cuando se angustian, otros para no ir al colegio… en fin LOS CHICOS OPERAN CON ÉL.

M hija mayor (9 años) cuando era más chica, lloraba hasta un punto que terminaba vomitando y yo me descubría gritando como una energúmena: “¡¡¡NOOOOOO, NO VAS A VOMITAAAAR; ¿EH?!!! RESPIRA, RESPIRAAAA!!!”.
Por suerte, con mi segundo niño maduré un montón y solo le he llegado a proferir frases del tenor de: “SI VOMITAS TE REVIENTO!”, siempre ante la mirada atónita de las visitas, que me consideran una madre de mierda. Pero eso también forma parte del “plan sistemático” de los hijos para hacernos quedar mal.Y por último, todos los niños del mundo, más allá de sus particularidades al vomitar, tienen un horario favorito común: siempre es a la hora de comer y siempre, pero siempre invariablemente, sales vomitada tù también.
Ahí tu marido grita: “¡El bebe vomitó!” Y tù sales disparada a desnudar al nene, a buscar el rollo de papel de cocina, el antigrasa, el trapo, el limpiatodo y la pu… que lo re-parió …

…pero PAREN … REBOBINEMOS…

¿Tu marido no gritó: “El bebe vomitó”? ¿Y entonces por qué salimos nosotras corriendo ciegamente y destilando veneno contra el universo? ¿Acaso vivimos solas y escuchamos voces?… en fin, solo mantengan la visualización de ese hecho. Mi columna es sobre maternidad y no sobre matrimonios, pero en cualquier momento se viene. Les aviso. Ustedes mantengan la visualización. Imagínenla bañada en una luz color rojo como en Carrie cuando se se va la mierda todo.

Volvamos al chiquero. Cuando un niño vomita desde la sillita de comer queda todo salpicado, especialmente tu que, cuando viste que arrancaba la debacle, fuiste a barajarlo para evitar el mal mayor y te “lanzó” encima. Un clásico. Asi que, cambiaste al chico, limpiaste, lavaste su ropa, tu ropa, el trapo y los muebles “afectados”.

Todos terminaron, se fueron de la mesa, pero tuvieron a bien dejarte tu plato intacto… y helado. Para que comas sola y humillada (porque, no jodamos, tenemos hambre como cualquiera) y encima te terminas lavando tu plato. Por eso, siempre digo: La vida se trata de dar y no hay que esperar que te “devuelvan” nada a cambio.


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