Hambre


Esto que porto no es flacura ...es mezcla de agotamiento y hambre.

Por que una madre no logra jamás poner su culo en la silla y comer en paz. Y, definitivamente, Gael (mi bebé) está decidido a no dejarme terminar una comida completa.

Ya puso en práctica su macabro plan, su mandato: NO COMERÁS. Y el tema es que yo con hambre soy una fiera ingobernable. Estoy hecha un torbellino de odio, ahora caigo, porque tengo hambre y sueño, desde hace más de un año.

Son muchas las cosas que pasan desde que la comida está lista hasta que una madre logra sentarse a la mesa para comer y logra su cometido… tanto sentarse como comer. Pasa de todo, mucho y al mismo tiempo mientras segrego saliva:

Gael, desde que nació, incluso cuando dormía toooodo el día, se despertaba casi exclusivamente a la hora del almuerzo y de la cena. Así que, hasta que él empezó a comer sus papillas yo siempre almorcé y cené con él, como diría mi vieja, colgado de mis tetas. Lo sé, lo reconozco, fue mi error, pero para que no joda le daba la teta. Comíamos al mismo tiempo. Éramos una cadena alimenticia en una silla: yo comía y él de mí. He desarrollado una capacidad increíble para comer con una sola mano. Te puedo cortar un bistek con el costado del tenedor.

Luego empezó a comer en su sillita antes que nosotros y, desde hace un tiempo, con su sillita pero en la mesa con todos. Quizás sea lo correcto pero para mí es lo peor. Casi que para todos. Porque a Gael le encanta tocar, agarrar y romper todo. Sobre todo las bolas. “El destructor” se sienta a la mesa y todos nos corremos a la otra punta. Nosotros y todas las cosas, porque lo que toca lo bota.

Sumemos a esto las necesidades de Cesar, el segundo: porque cuando no le doy de comer a uno, le corto la comida al otro, me meto un bocado yo y nos damos cuenta que falta la ensalada… La tarada (yo) va y lo trae. Vuelve. Bocado a Gael, agua a Cesar, bocado para mamá. Se acabó la chicha y faltan las servilletas… intento contener una puteada.

Estoy harta. Algo tiene que cambiar, algo tiene que pasar. Yo me quiero sentar a comer como todo el mundo, no “tipo” en el “Planeta Mami” donde se come de parado, frío y se duerme poco. Quiero vivir en el “Planeta fio”, donde se come caliente y se duerme rico.

Siempre termino de comer última. Yo caliente y la comida fría. Antes de seguir amargándome, quisiera reparar un momento en la mugre que queda debajo de la sillita del bebe. Mirar ahí, si alguien se anima, es como un estudio antropológico de la conducta de ese pequeño humano. Pollo, tomate, papa, banana, charco de agua y pedazo de pan. Ya con ver eso se sabe bastante, incluso del grupo familiar en su totalidad. Cuando Gael termina de comer, podríamos, inocentemente, pensar que es mi oportunidad de comer. ¡Ahora, listos ya! Jajaja.¡ Qué ridículamente ilusos son! Cuando termina de comer y baja al suelo, se enciende de inmediatao su luz roja de “gritar” que desencadena su función “joder”.

Ahí en el piso arranca con el “QUIERO ALGO”. Quizás upa. Quizás el cepillo de dientes, no sabe. Seguro es sueño, ¡¡¡pero yo quiero comeeeeeerrr!!!!!!. Como no le doy bola arranca a tironearme de la pierna, del pantalón o lo que sea… no paso bola. Sigo engullendo rápido. Arranca dándome cabezazos en las piernas, después llora desconsoladamente y, ya al final del “numerito” se autopropina golpes en la cabeza contra la pared. Ahí lo agarro porque no aguanto más. Así que, mi cena es lo que haya llegado a comer hasta ahí… ¿El resto de la familia?, Bien, gracias.

Todos ya comieron postre, se pararon, se fueron. Yo, amargada y medio hambrienta pero harta, me retiro con el borrego para cambiarle el pañal cagado y lo hago dormir. Lo único bueno de esta rutina es que Willy limpia la mesa y lava los platos,mientras yo me quedo echada mirando la tele. JODETEEEEEEEEE!!!!!.

Algo tiene que cambiar. Algo tengo que hacer. La venganza será terrible… y la venganza es un plato que se come frío… ¡la puta madre!


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