Fiore Buena

Llega el momento de reacomodar, de re-pactar y de reenfocar. Pienso en todas esas cosas que me hacen sentir mamá, más allá de todo. Porque una loca de mierda también puede ser una madre del carajo. Las mamis desbordadas podemos ser mamás divertidísimas. Sacadas. Sí, lo reconozco. Pero una experiencia intensa e inolvidable.
Así, como detallo a continuación, vive la maternidad una tipa de mi especie.
Es un buen momento para disponerme a redactar mi CONTRATO DE MATERNIDAD 2014 porque hoy pasó algo genial que me dejó en un estado de optimismo poco característico en mí. El pequeño Cesitar, jugó solito casi 20 minutos. sin darme cuenta, estaba acostada en la cama con los ojos cerrados, con el ruidito de la tele de fondo y Cesitar, tranqui, jugando… un bálsamo… por un momento dudé: ¿será un sueño?, ¿está pasando esto realmente?… Veo una luz al final del túnel… una luz brillante que me encandila… Y del otro lado… un niño juega con un baldecitoooooooo!!!!!!
Me gusta pensar en esos momentos en los que sentí que me recibía de mamá o en esas cosas que son las que te transforman en madre o padre de tu hijo.
Esas pequeñas cosas cotidianas que no registras aunque las hagas todos los días. Como cuando le invento historias o le cuento cuentos a Cesitar para que se duerma. O cuando le canto el pato renato todas las noches ,cambiándole la letra cada vez. Soy mamá cuando hago la tarea del cole con Abi, cuando preparo la leche o compro figuritas.

Una es madre cuando les dice “No pasa nada” antes de que entren a consulta con el pediatra, o les mientes para que no vean que lloras: “No es nada, se me metió una basurita en el ojo”. Me transformé en MAMÁ cuando decidí que me metía mis ataques de histeria en el culo. Ser mamá es dejar todo por ellos.

Me dieron mi segundo título de maternidad cuando Cesitar, inesperadamente, dejó de lado su berrinche habitual para agarrarme fuerte la cara con sus manitas pegoteadas y me dio un beso baboso al grito de “MAAAAMÁÁ”

Soy mamá cuando prefiero trabajar menos, o aunque elija trabajar más. Soy mamá cuando no me peino por hacerles la pancarta para el cole. Cuando les compro un autito, cuando los reto y cuando cago también soy mamá.

Soy mamá porque ellos son lo único. Porque nada me enseñó más, o me marcó más o me dolió tanto, ni me hizo tan feliz. Porque si tengo que elegir una sola foto para conservar el resto de mi vida quiero que sea una foto con ellos tres.

Yo ya no soy persona sin ellos. Somos como un monstruo de 3 cabezas. Somos temibles, terribles, temerarios, salvajes y nos necesitamos. La maternidad es el horror hecho amor. Se es madre cuando se atraviesa el infierno (el cotidiano o el del parto) y se sigue sintiendo amor con la misma intensidad.

Para este año, en el contrato, incluyo la CLÁUSULA DE TROMPAS PIQUETEADAS: “Sin importar cuánto amare a mis cachorros, cuánto me dejaré conquistar por sus manitas o cuánto muera por esos piecitos, en esta casa OTRO HIJO NO Y PUNTO”. No me enganchan otra vez. El resto del contrato es cosa jugada. Ya está como está. Los hijos no firman, el enano ni lee y yo me quedo hablando sola como siempre.

Y ustedes no se queden ahí mirándome, aprovechen esta “Fiore Buena” porque solo escribe una columna tierna al año. Una Fiosensible, mezcla de resaca y culpa, que solo vive 24 horas, como una mariposa.

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