Lo peor de mi rutina

Llego a casa después de visitar algunos clientes. Hasta hace 5 minutos, cuando todavía estaba en el colectivo, estaba como loca por llegar, extrañaba con locura a mis críos. Me desespero cuando no los veo por algunas horas. Me imagino sus caritas. 
Eso se termina a los cinco minutos de entrar a casa.
La primera imagen es Gael corriendo torpemente a mì, Cèsitar ni me besa de frente me arrancha la cartera para ver que le traje, Abi deja de jugar y viene abrazarme fuerte y a dicerme que no hiso la tarea .
Ni bien entro, Willy, se va al ensayo Hola – chau.( es duro ser mujer de un mùsico) ¡¡No, Willy, no. Por favor!!”. Sería capaz de suplicarle puchereando. ¡No te vayas, willy, noooo!. ¡A las sies no!, pero èl ya cerrò la puerta.
Me siento unos momentos en la sala, con Gael en brazos y con Cèsar comiendo algo que encontró en mi cartera , luego Abi aparece. “Mamá tengo sed”. Es parte del ritual. Cuando tenga el vaso en la mano me va a decir …“Tengo hambre”. Lo sabía: un “sangüichito de jamón y queso a la plancha”. Es su fucking ritual. Los neuróticos lo sabemos muy bien.
¿Sabían que las 6pm es la hora del suicida y que el 60% de los suicidas son mujeres entre 30 y 45 años?. Doy justo con el perfil. Dios mío tengo que hacer algo. Sí!!, poner a llenar la bañera.… Que lo parió!! una ya no puede deprimirse en paz.
Odio las 6pm. Es la hora del baño… y para mí empieza todo otra vez.  A esta hora una está agotada y, justo ahí, cuando ya no aguantas más, hay que dibujar una curva ascendente de energía. El baño vaya y pase, porque ahí los chicos se divierten y se relajan. Salvo cuando les enjuagas el shampoo que gritan como si los estuvieses masacrando. El tema es todo lo que falta después del baño: vestirlos, cocinar, comer, el binomio caca-pañal, contar el cuentito, leerle coquito a Cesar y jugar a ponerme una cremita en la cara .
“¡Abi, a bañarse!” , se lo voy repitiendo cada 5 minutos mientras caliento la ducha, para que lo vaya internalizando. Sí, adivinaste, soy una rompe bolas. “Abi, está el agua. A bañarse”. A lo que responde:“¡NUNCA!” …carajo.
En pleno baño, llega willy del ensayo, entra al baño y me pregunta “¿Qué tal todo por acá?”. Giro a cabeza por arriba de mi hombro izquierdo y lo miro, todavía con las manos en el agua lavándole  las mechas a la más grande.
“¿Todo bien?”, insiste. Yo con los pelos erizados del vapor del baño y con el maquillaje de la mañana convertido en ojeras. Parezco la cenicienta después de las 12. Lo miro con cara de soponcio y no se si cagarme de risa o ponerme a llorar. Me voy a vengar, pienso. “Esta noche no cocino”. Todo el tiempo arañando minutos de descanso o momentos a solas.
Me quiero tirar al sofà y ver un rato la tele, lo que sea. De verdad. Es solo para no pensar. La tele es un mantra inductorio a no pensar en nada. Un lalalalalalala mental que necesito a las 9 pm, siempre. Y no puedo nunca. Si logro tirarme frente a la pantalla tengo que aguantar algún Disney chanell o Discovery kid. Pero bueh: ”lalalalalala”. Lalala 2 minutos porque Cesitar ya está comiéndose la comida del Gael otra vez. De paso, volteò el vaso con la chicha.
A las nueve y media los chicos lloran. No se por qué. Les juro, es estadísticamente real. Y lloran por cualquier idiotez. Todo da para un caprichito. Les juro que las 10pm cae sobre mí, embistiéndome directo en la cintura. Gael termina a upa por múltiples motivos, miles de veces al día. Pero mi chico ya pesa 13 kilos. Digan la verdad. Confiesen ¿en qué estado está la cintura de un progenitor de criatura de 0 a 2 años?. No es que me queje de llena, pero amo a mis hijos pero lo de la cintura es mierda!.
Luego de tanta batalla, verlos en pijamita es el cielo mismo. Cuando duermen les ves la cara de ángel. Me gusta verlos dormir. Son tan indefensos, tan tiernos y tibios. Me gusta olerles el cuellito y besarles los rollitos cuando los paso, dormiditos, a su cama. Ahí me siento MADRE.
Pero para que se duerman falta un rato. Antes de cenar, le dedico unos momentos. Charla, mimos, chistes, autitos. En eso, Abi se para y me da besos, me acaricia el pelo. Pero se detiene. Es muy detallista. Si se detiene es porque algo falla. Con su dedo índice me frota el crecimiento del pelo y dice: Mamá, ¿qué es eso negrito que tienes entre la cabeza y el pelo?”…lo que me faltaba!! gracias por recordármelo mi cielo, tengo que ir a la peluquería.
Todo se paga en esta vida.


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