Un poco de autoestima

Pensaba y pensaba y pensaba cuánto me gusta utilizar este espacio como modo de descarga emocional. Y eso que mis niños siguen empujándome hacia el delgado límite que une el amor y el odio. Y mi marido… bueh!.
Es notable como uno termina odiando aquello mismo de lo que se enamoró: al principio les encanta que seas independiente. Después odian que no estés nunca. Al principio aman ese cuerpo escultural. Después de los 40 (de ellos) ya no les interesa que cuidarse tanto. Antes se calentaban viéndote en ropa interior, después te sacuden un “¿te puedes vestir con «ropa» alguna vez?”, o rugen con voz de trueno : ¡¿vas donde tu mamà otra veeez?! Y una contesta sumisa, como si estuviera mandando alguna cagada: “Sí sí, no la veo desde el domingo pasado, Amo, ¿qué le voy a hacer?“.
A las 12 Cenicienta se transformaba en una harapienta y su carruaje en calabaza. Cuando vuelvo de la casa de mi mamà, enfundada bien fashion y con actitud rocker… ni bien saco las llaves de casa para abrir la puerta, también me transformo… en una pasa de uva de ocupación ama de casa, llena de culpa, que debe cumplir con los reclamos por su ausencia. Los hombres vienen con un chip para reclamar “ausencias”, desde que nacen. Les encanta subrayarlas. Siempre, ni bien entramos, los chicos se te trepan por las piernas al sonido gutural de MAMAMAMAMAMAM y si fuiste a comprar: “¿De dónde vienes?”, ó “lalalalaloquesea, porque no estabas”.


Las parejas creen que uno “LE hace cosas” y no que uno, simplemente, “HACE cosas”. Es que la pareja estable: enferma, pervierte y corrompe…. ¡uy, acabo de tirar una frase que, les juro, se me escapo, la escribí sin filtro y jamás la había pensado antes! Pero ya mismo me mandan a terapia de vuelta. ¡¡¡¡NO ME JODAN!!
Y, ya que empiezo a quejarme, algo que no me cuesta nada, permítanme decir, quiero defender una parada de género. ¡¿FEMINISTA YO?! : no sé, quizás, pero con ganas de cantar unas cuantas frescas.

He notado con mucho desagrado que todo lo que a las mujeres nos da placer, en esta sociedad está visto como frívolo. Todo lo que nos gusta es ridiculizado y hasta sobre los tipos que están buenos, el resto de los hombres nos quiere hacer creer que son cabros. ¿Saben qué?: ¡NO JODAN!. Ahora resulta que nosotras: llevamos a los chicos al cole, salimos a trabajar, volvemos “justo a tiempo para algo” (llevarlos o traerlos de: alguna actividad extraescolar, casa de amiguito/a, o cumpleaños), hacemos los deberes, los bañamos, damos de comer, acostamos … y cuando queremos hacer algo para nosotras (como escribir un blog) … ES UNA IDIOTEZ. Piénsenlo un momento, lo que sea que te guste hacer o tener, eres una frívola o una tarada. Meditaciòn, gimnasio, masaje, peluquerìa o shopping.

La sociedad misma está podrida. Desde tu vieja hasta tu jefe … y no volvamos otra vez a mi marido porque esta noche duermo en la azotea. El placer femenino es para la culpa: “¿Esa cartera te vas a comprar?”; “¿En ESO te vas a gastar la plata?”; “¿Te hacía falta otro par de botas negras?” (nunca van a entender que botas lisas y botas con tachas no es lo mismo, solo porque sean botas)¡¡¡ SIIII, LAPUTA MADRE, ME VOY A COMPRAR TODO EL FUCKING SHOPPING!!!

Más allá del chiste, ridiculizan nuestro placer. Y el placer ya es bastante complejo en sí mismo, como para tener que ridiculizarlo. Nosotras tendríamos que conformarnos con estar en casa, tener hijos y gozar solo con el marido que Dios nos ha puesto en casa.

Y yo te digo flaca: hay un mundo ahí afuera,

¿eh?. Es el MUNDO DE LA AUTOESTIMA y ahí, chicas, todo es posible.

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